En sus ojos los escombros de la muerte,
su piel sudando las miserias humanas,
sus labios bebiendo su propia hiel
y sus manos tejiendo dolores
sucumbian ante la sombra divina del amor.
Herido su corazon,
gritaba desgracias en un intento desesperado por vivir,
bajo el cobijo moribundo de una ilusion,
donde las lagrimas bañaban un recuerdo debllitado por la destrucción de su integridad.
Arrodillado ante un altar donde soñaba un paraíso,
sangraba el mismo infierno,
habiendole regalado a su amor
la alianza con el suicidio.
Tendido sobre un ataúd de rosas,
fue deborado por la peste
y acabado por el olvido irremediable
terminando en un montón de huesos oxidados y desechos.
Quien lo recordó por siempre fue la nada
y el amor siguió cobrando almas
como ofrenda irónica
a las ilusiones humanas.
03.11.2011
P®íncipe Góti©o
P®íncipe Góti©o
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