miércoles, 25 de abril de 2012

Crónica


En sus ojos los escombros de la muerte,
su piel sudando las miserias humanas,
sus labios bebiendo su propia hiel
y sus manos tejiendo dolores
sucumbian ante la sombra divina del amor.
Herido su corazon,
gritaba desgracias en un intento desesperado por vivir,
bajo el cobijo moribundo de una ilusion,
donde las lagrimas bañaban un recuerdo debllitado
por la destrucción de su integridad.
Arrodillado ante un altar 
donde soñaba un paraíso,
sangraba el mismo infierno,
habiendole regalado a su amor
la alianza con el suicidio.

Tendido sobre un ataúd de rosas,
apagando el canto de su agonía,
fue devorado por la peste
y acabado por el olvido irremediable
terminando en un montón de huesos oxidados y desechos.

Quien lo recordó por siempre fue la nada
y el amor siguió cobrando almas.
Juan - Príncipe Gótico 
11.11.11

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